lunes, 3 de agosto de 2015

Capítulo 33


La cabaña


Después del destello de luz no se vio nada más. Nada más que les indicase que estaban vivos. No hasta que abrieron los ojos. Se encontraban tirados en el suelo unos lejos de otros... Se levantaron como pudieron y dudaron estar en la misma habitación ya que las sábanas de la cama tenían un aspecto diferente. Las cortinas eran de otro color y al asomarse ligeramente al ventanal se podían ver muchos más árboles. Se miraron los unos a los otros sin saber qué hacer. Iraida tomó la iniciativa e intentó escapar pero Estévez la agarró en un abrir y cerrar de ojos. La inmovilizó poniendo sus manos a la espalda.


—¿Qué demonios ha pasado? —Preguntó Gara. ¿Era posible que…?


—Acabamos de viajar en el tiempo—Dijo Estévez con un tono seco y susurrante. Para él no era nada nuevo.


Todos volvieron a mirarse, no estaban seguros de lo que acababan de oír, se mostraron susceptibles. Rayner se dirigió a la puerta pero Estévez le dio un grito para que no saliera de aquellas cuatro paredes. Éste se giró para mirarle, intimidado.


—¿Qué ocurre?


—No se te ocurra salir de aquí. Tengo que echar un vistazo antes, yo solo. Hemos viajado en mal momento. Esto no se puede hacer así. —Dijo Estévez mientras sentaba a Iraida en la cama. Le había atado las manos para que no pudiera moverse con un cordón del zapato que se había quitado.


—Pero qué es lo que pasa, dinos algo más—Le apremió Gara. Julen seguía en shock y no era capaz de articular una sola palabra.


—No podemos salir de aquí porque seguimos en la orden pero en otro año y no sé lo que nos vamos a encontrar al otro lado de esa puerta. No podemos viajar en el tiempo sin permiso y tampoco sin un plan. Podemos alterar el pasado y eso trae muchas consecuencias.


—¡Eh! ¿Te vas? —Dijo Gara. Estaba empezando a alterarse.


—Tengo que ir yo solo, ya os lo he dicho. No se os ocurra moveros de aquí y, por favor, vigilar a Iraida. —No dijo nada más, tampoco dio tiempo porque en ese mismo instante salía por la puerta.


En la habitación el ambiente era muy tenso y todos estaban muy nerviosos. Rayner no paraba de moverse de un lado a otro. Siempre lo hacía cuando estaba nervioso. Le ayudaba a centrar sus ideas. Julen estaba recuperándose al fin del shock y se dio cuenta de lo que significaba haber viajado en el tiempo aunque no terminaba de convencerse.


—No puedo creer que estemos en otro año. Es que parece imposible.


—Y todo por su culpa—Dijo Gara señalando a Iraida. Ésta le puso una mueca malhumorada.


Julen se agachó para recoger del suelo el papel escrito momentos antes de lo acontecido y leyó con gesto desencajado.


—No puede ser verdad…¡No puede ser verdad! —Julen perdió la compostura y se dirigió a Iraida entre gritos e insultos.—¿De qué coño vas?  No pienso permitir que se reencuentren, ¿te queda claro? No voy a dejar que vuelva a pasar por algo así.


Gara agarró de improviso al muchacho e intentó tranquilizarlo.


—¿De que estas hablando Julen? —Dijo Rayner mientras se acercaba a ellos y le quitaba el papel de entre los dedos. —¿Qué…?


Rayner dejó que el papel se deslizara entre sus manos y cayó al suelo. Se quedó pálido y con la mirada perdida. Julen sabía lo que significaba eso. Estaba intentando asimilarlo todo.


—¡Pero qué narices ocurre! —Gritó Gara y zarandeó con todas sus fuerzas a Julen. Necesitaba respuestas.


—Esa fecha es…—Empezó Julen pero Rayner le interrumpió. Seguía con la mirada perdida. Hablaba como un autómata.


—En la que Joel se suicidó.


Reinó el silencio en la habitación. Todos se habían quedado petrificados y no era para menos. La noticia había caído como una jarra de agua fría para todos menos para Iraida que seguía igual de fría y perturbada que siempre.


Estévez apareció de repente, sacando a los tres amigos de sus pensamientos.


—Tenemos que irnos ahora mismo de aquí. ¡Vamos!—Dijo él, sonaba muy alterado. Agarró a Iraida y los demás le siguieron. Iban por los pasillos que él indicaba, estratégicamente, para no ser detectados.


En cuanto salieron del edificio corrieron hacia el bosque y se escondieron detrás de unos arbustos bien tupidos. Estévez les hizo una señal para que no se movieran de allí y salió corriendo hacia un coche, lo abrió y les volvió a hacer otro gesto para que fueran corriendo hasta donde se encontraba él.


—¿Lo has robado?—Dijo Rayner, estaba bastante asustado.


—Si te respondo a esa pregunta, no va a cambiar nada así que mejor que no sepáis nada más.—Estévez se hizo el misterioso. Pero pensaron que quizá tenía razón y lo mejor era dejar de preguntar.


—Tenemos que volver al año en el que nos encontrábamos, pero lejos de la orden. Ya nos hemos puesto en peligro demasiado.


—¡No! ¡Tienes que ir a la casa! ¡Ve a la casa maldita sea!—Dijo Iraida mientras le daba golpes en el asiento a Estévez. Intentaba liberarse. Cada vez daba más fuerte en el asiento. Para Gara y Julen era muy difícil contenerla. Consiguió liberarse de las ataduras y nadie se había percatado que tenía guardado otro cuchillo. Cuando quisieron darse cuenta ya era demasiado tarde y el filo rozaba el cuello de Estévez. Los tres amigos se quedaron en silencio sin poder hacer nada por ayudarle. Ella seguía gritándole que parase y que fuera para la casa que había pertenecido a sus padres. A Estévez no le quedó más remedio que girar el volante y poner rumbo hacia allí.


El coche entró derrapando al terreno y las hojas y ramas crujían a su paso. Se detuvo. Iraida seguía con el puñal en alto. Desafiante.


—No...no puedo entrar ahí...—Dijo Rayner cerrando los ojos, no paraba de frotarse las manos.


—¡Lo vas a hacer te guste o no!—Le gritó ella mientras amenazaba de nuevo con hacerle daño a Estévez.


Rayner le lanzó una mirada suplicante.


—Rayner, aún no has llegado a entrar en esa cabaña. No te vas a encontrar con nadie más que no sea Joel. Y no tienes por qué hacerlo.—Dijo Estévez. No le quitaba los ojos de encima. Tenía que hacer algo...— ¡Iros ahora que estáis a tiempo!


A Rayner se le pasaron por la cabeza recuerdos, recuerdos de palabras dolorosas. Eso le hizo perder las ganas de darse la vuelta y correr en dirección contraria. Quería entrar allí dentro, quería…
—No pienso abandonarte. ¿Me oyes? Voy a entrar. —Dijo éste, decidido. Julen le agarró y quiso impedírselo, pero el chico estaba completamente cegado por el odio y le había apartado de malos modos.


Julen y Gara se miraron. Sabían lo que iba a ocurrir y él salió detrás de Rayner. Ella se quedó justo al lado de Estévez, que aún seguía amenazado por Iraida y les seguían a escasos metros.


Fue a agarrar el pomo y recordó que Joel había dejado la puerta entreabierta la primera vez que quiso abrir, pero ahora se encontraba cerrada. Le metió varias patadas y ésta cedió. Entró y se encontró a un chico rubio, con el pelo por los hombros, unos vaqueros rotos y una camisa tumbado en uno de los sofás. En una de las manos sostenía un cuchillo. Tenía ojeras y los ojos rojos. Se incorporó de golpe por el estruendo de la puerta al romperse e intentó adivinar de quién era la silueta que se encontraba frente a él.


—¿Rayner? ¿Eres…?


No le dio tiempo a hablar más. El chico le lanzó un puñetazo con todas sus ganas y se echó sobre él para que no pudiera escapar. El otro se intentaba cubrir como podía de los golpes pero aquel chico que estaba sobre él era mucho mas fuerte, mas alto y estaba poseído por la rabia.


—¡¿Cómo fuiste capaz de hacerle eso a Julen?! ¿Y como pudiste ocultarmelo? ¡Con razón te pegaban, maldito seas!—No se detenía, iba diciendo cada palabra acompañada de un nuevo golpe y aquel chico delgaducho y rubio no se defendía. No podía defenderse...— ¡Maldito seas! ¡Te odio!


Julen entró de un salto en la cabaña y se abalanzó sobre Rayner. Intentó detenerle y entre la confusión recibió un golpe. Cuando Rayner se dio cuenta paró un instante y el otro pudo arrastrarlo lejos del muchacho del sofá. Tenía la boca ensangrentada y el ojo morado.


—¡Rayner, ya está!—Le gritaba mientras el otro intentaba zafarse de él y seguir pegando con todas sus fuerzas a aquel que años atrás había sido su mejor amigo.


En ese momento entraron por la puerta Iraida y Estévez, seguidos de Gara. La primera tiró el cuchillo y fue corriendo hasta el chico que acababa de recibir los golpes de un Rayner fuera de sí.


—Oh dios mío…¡Joel!—El chico se incorporó y le dirigió una sonrisa.


—Me lo merecía...—Llevó su mirada hasta donde se encontraban Rayner y Julen. Les miró algo confuso pero enseguida les reconoció.—Has tardado mucho en contárselo, por lo que veo. ¿no, Julen?


—He estado seis años sin verle y todo por tu culpa, porque fuiste un egoísta y decidiste quitarte la vida delante mía. Aquello me quitó las fuerzas para ir a buscarle. Y cuando me reencuentro con él…¡dios, te juro que te mataba!—Le gritó Rayner. Estaba pataleando en el suelo intentando alcanzarlo.


—¡Tranquilizate, Rayner! Ha pasado mucho tiempo...—Le soltó Julen mientras le abrazaba por la espalda.

—Creo que no el suficiente.


Rayner no dejaba de mirar a Joel con el ceño fruncido. Aún no se había hecho a la idea de tenerle delante después de todo y ya se le había quitado la idea de la cabeza de encontrarse con él y echarle en cara su sufrimiento.


Iraida abrazaba a su hermano. Ambos estaban por fin juntos de nuevo pero él se mostraba frío e imperturbable. Parecía haber dejado de sentir hacía mucho tiempo. O quizá quedara algo en él, algo que le hiciera capaz de sentir compasión o cariño.


Estévez sacó su arma y apuntó con ella a Iraida. Les había entrenado la misma persona y no quedaba ninguna duda que Iraida había terminado casi completamente su entrenamiento, mientras que Estévez aún no tenía mucha destreza en algunos movimientos. Eso fue fatal, ya que ésta le distrajo y se la arrebató. Ahora era ella la que le apuntaba.


—Levanta, hermano. Nos vamos.

—Pero…


—¡He dicho que te levantes! He venido a buscarte y no me pienso ir sin ti.— Le dijo mientras le tendía la mano.


—¿Qué ocurre? Pareces tan...mayor. Tan cambiada…¡¿y acaso piensas disparar?!—Hizo una pausa y se dirigió a ambos chicos que se mantenían agarrados y se levantaban poco a poco del suelo.—Y ellos…


Joel se acercó un poco hasta donde se encontraban.

—¡Ellos arruinaron nuestras vidas, y yo arruinaré la suya! —Dijo mientras apuntaba a los dos chicos y antes de fijarse donde se encontraba su hermano, apretó el gatillo y disparó.


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