martes, 30 de junio de 2015

Capítulo 22


Secretos

Rayner

No sabía cuánto tiempo llevaba inconsciente. Me dolía un poco la cabeza y tenía recuerdos confusos. Pero recordaba perfectamente la pelea que había tenido con Julen y de cómo le había tratado. Por una parte me dolía en el alma tratarle de ese modo, justo ahora que había dicho que si a lo de ser novios. Pero por otra parte...su silencio y sus mentiras se me habían clavado como cuchillos y no me sentía capaz de perdonarle. La vida se me había complicado tanto que no sabía que iba a ser de mí. Ya no tenía ganas de seguir con esta locura. El bolígrafo, Iraida, el disparo, la orden, mis padres, Joel, Julen…

Julen.

Te quiero.

Escuché esas palabras justo antes de desmayarme. O eso creía.

Alguien entró en la habitación y me sacó de mis pensamientos. Era una mujer que vestía con una bata blanca por encima de la ropa de calle. Tenía el pelo corto pero llevaba flequillo de color blanco. Solo iba maquillada con lápiz de ojos negro alrededor de unos ojos marrones, enmarcándolos. Era bastante guapa.

—¿Qué tal te encuentras?Me preguntó esbozando una sonrisa.

—Me duele un poco la cabeza y me está empezando a doler la herida del disparo.

—No te preocupes. He venido a revisarte. Ya se estará pasando el efecto de la morfina.—Hizo una pausa mientras miraba un informe que había traído con ella.—Te hemos tenido que hacer una transfusión. Menos mal que teníamos preparada la sangre de Estévez. Es uno de los pocos donantes que tenemos con A+.

Moví la cabeza hacia un lado. ¿Qué tenían preparada la sangre de Estévez? ¿Donantes? Esta gente estaba preparada para este tipo de cosas. Les había subestimado.

—No tenías ni idea de lo que se cuece por aquí, ¿verdad?. No eres el primero que viene con una herida de bala. hemos tenido casos más graves. En nada estarás preparado para irte.—Dijo mientras escribía en el informe.

—¿Cuanto tiempo voy a tener que estar aquí?—le dije mientras me intentaba mover.

—No te muevas. aún estás muy débil.—Me agarró del hombro para que me volviera a echar.— Yo calculo que en una semana ya podrás levantarte. Pero aunque te puedas ir tendré que seguir haciéndote revisiones.

Después de hacer varias comprobaciones, se fue con una sonrisa más amplia que la que había tenido al entrar. Al menos era un consuelo y me estaba recuperando pero… eso era físicamente. Cerré los ojos y enseguida me quedé dormido.




Gara

—¡Estévez!—Le llamé mientras intentaba alcanzarle por aquel pasillo tan largo.—¿Cómo está Julen?

Él paró en seco y se giró.

—No está bien, Gara… y estoy empezando a preocuparme. Encima no hemos tenido noticias de la chica que amenazó a Rayner y le disparó. Parece que está esperando que se recupere y así le da tiempo a trazar un plan para robar el bolígrafo. Me parece todo tan raro...—Le miré fijamente. Su semblante era cansado. Tenía mala cara y no había estado cuidando su aspecto como antes. Tampoco solía ser una persona que hablara demasiado y mucho menos de expresar cómo se sentía o lo que estaba pensando.

—Según la doctora…

—Irene.—Me interrumpió.

—Según Irene, Rayner se está recuperando muy rápido. Ya puede levantarse de la cama aunque con dificultad. Y nos dijo que la herida no había sido tan grave. Pienso que Iraida sabía perfectamente donde tenía dispararle y tiene que estar planeando algo gordo para no haberse manifestado aún y darle tregua para recuperarse.—Le expliqué. haciéndole ver que pensábamos igual.

—Sí pero según nos contó Rayner, la pilló desprevenida y fue cuando ella le disparó. No creo que lo tuviese planeado.—Dijo Estévez mientras echaba a caminar por el pasillo. Iba en dirección a la habitación de Julen.

—Pero eso no quita para que ella sepa dónde disparar. Lo que no me cuadra es como que sabe manejar un arma, como reaccionar bajo presión, como ocultarse…¿Y como ha podido llevarse información de una orden? Se supone que tenéis defensa.—Me emocionaba el poder hablar todo aquello con él. Y según íbamos compartiendo nuestras teorías notaba cómo le brillaban los ojos.

—Eso nunca ha tenido sentido, tenemos una buena defensa y según Rayner esta chica no tiene más de veintitrés años. Sus padres estaban en la orden pero ella actuó por su cuenta siempre. Ni siquiera yo tendría tanta destreza al disparar. Ha necesitado mucho entrenamiento y que alguien le proporcionara el arma. Ya actúa como un agente de la orden de unos treinta o cuarenta años.—Se volvió a parar en seco, frente a la puerta del cuarto de Julen.—¡Ya lo tengo!

Me sobresaltó, pegué un bote y él abrió la puerta con la llave que llevaba. 

—Hay un topo.—Dijo con seguridad. Confiaba plenamente en lo que estaba diciendo.

Le miré de reojo. Yo también había llegado a esa conclusión pero a Estévez se le veía mas confiado en esa teoría.

Entramos y nos fijamos como Julen estaba tumbado boca arriba en la cama. Nos acercamos a él y Estévez le agredió con un cojín. Sus movimientos habían sido tan rápidos que apenas nos habíamos dado cuenta de cuando había agarrado el cojín.

—Vamos Julen, tienes que comer bien de una vez.

—¡Olvídame!— Le soltó mientras le daba un manotazo.

—Julen, o vas por las buenas o por las malas. Tú decides.—Le amenazó Estévez.

Julen se levantó lanzándole una mirada que reflejaba su mal humor y nos dirigimos al comedor principal. Allí era donde comían casi todos los alumnos de la escuela cuando no les daba tiempo a llegar a casa.

Nos sentamos en una mesa para cuatro. Yo me encontraba al lado de Estévez y Julen estaba justo enfrente suya. No paraba de remover la comida con el tenedor.

—¿Quieres comer de una vez? Desde que llegamos apenas has probado bocado. El que va a tener que ir a la enfermería vas a ser tú.—Le aconsejó. Se le veía visiblemente preocupado.

Julen no levantó la vista del plato. Estaba como en otro mundo. Absorto en sus pensamientos.

—Ve a verle.—Soltó de repente. Eso hizo que Julen levantase la vista y la fíjase en Estévez.

—¿Te has vuelto loco? No quiere verme. Mi sola presencia le altera. No quiero que empeore por mi culpa.—Se excusó éste. Se llevó una mano a la frente y se apartó un poco el flequillo. Tenía el pelo alborotado. No salía apenas de esas cuatro paredes donde le habían dejado. Tenía los ojos rojos, posiblemente de haber estado llorando.

—Ve a verle, Julen. Está fuera de peligro y seguro que ha tenido tiempo para pensar. Si no quiere escucharte simplemente dejale todo claro. Hazte valer.—Iba diciendo Estévez mientras me cogía de la mano y me miraba de reojo. Entendí perfectamente lo que quería que hiciera.

Me levanté, agarré a Julen y me lo llevé hasta la puerta donde se encontraba Rayner. Le obligue a quedarse a mi lado mientras llamaba. La voz de Rayner se oyó al otro lado y pasamos.




Julen

Los nervios me recorrían todo el cuerpo. Estaba seguro que Rayner me iba a echar de allí a patadas aunque aun tenía una mínima esperanza. Me había enterado de que ya podía levantarse y le había estado esquivando lo máximo posible. No habíamos hablado desde la vez que me gritó que me fuese de su cuarto. De eso habían pasado como siete u ocho dias. Iraida me había quitado el cariño y la confianza de Rayner y se sentía traicionado, pero por otra parte me había hecho un favor. Ya no tenía secretos con él. Aunque aún faltaba algo que aclarar... Quería contarle todo pero no me había dejado explicarme. ¿Sería mi oportunidad o me volvería a echar de malos modos?

—¿Qué tal estás?—Le preguntó Gara, mientras se acercaba para besarle la frente. Él le dedicó una sonrisa de agradecimiento y clavó sus ojos en mi.

—¿Qué hace él aquí?—Quería salir corriendo de allí pero Gara me detuvo.

—Dale un momento. No te ha pedido que le perdones, solo que le escuches, Rayner.—Le dijo ella mientras me agarraba con una mano del brazo para que no me marchara y con la otra agarraba la de Rayner. Nos había acercado sin apenas darnos cuenta.

—¿Por qué debería?

Sus palabras cada vez me hacían más daño. Parecía no haber escuchado lo que le dije antes de traerle a la orden. ¿Es que eso no significaba nada para él? ¿No le iban a ablandar el corazón ni un poco?

—Porque te dije que te quería. Acepté estar contigo. Se supone que somos pareja. ¡Al menos escúchame!—Le solté. No podía más. Me dolía el pecho.

Me miró de arriba abajo. Aún se le notaba altivo conmigo pero decidió escucharme. Así que Gara se giró, me guiñó un ojo y se marchó. Cerrando la puerta.

—Di lo que tengas que decir y lárgate.—No sabía si iba a tener la paciencia de aguantar sus borderías. Pero al menos me dejaba explicarme. Le quería pero no le soportaba cuando se ponía así. Y tenía motivos pero había tenido tiempo de reflexionar.

Me acerqué a él y me senté en la silla que se encontraba al lado de su cama. Intenté agarrar su mano pero la apartó. Era mejor no seguir forzando las cosas.

—Fui yo quien les dijo que fueran a por Joel. Pero enseguida les dije que pararan. No podía soportarlo incluso después de lo que había pasado entre nosotros. Les dije que pararan pero…

Rayner no decía nada. Se mantenía callado, escuchándome pero mirando a la pared. Cuando reaccionó noté un fuerte dolor en mi mejilla derecha. Me había lanzado un bofetón. No parpadeé apenas y me llevé la mano a la cara.

—¿Quien te creías para hacerle eso? ¡Se suicidó por tu culpa!—Se incorporó, se levantó y me agarró de la camiseta para levantarme a mi también.—¡Como quieres que lo entienda!

No pude más y me eché a llorar. Las lágrimas caían por mis mejillas. Estaba recordando todo...Me quemaba solo el recuerdo de Joel. Sus labios buscando mi cuello, sus dedos rozando mi piel, todo lo que vino después, el bofetón, la sangre… la humillación. Rayner me empujó contra la pared y se apoyó con la mano en ella, con la otra seguía agarrando el cuello de mi camiseta.

—¡Me violó, Rayner!—Hice una pausa para poder continuar¡Joel me violó!—Le grité. Por fin, por fin se lo había contado. Por fin había dicho esas palabras en alto pero... sentí la misma sensación de repulsión que el mismo día que pasó todo. No pude seguir mirando a Rayner a los ojos, desvié la mirada. No paraba de temblar.

—¿Qué…? —Consiguió decir. Observé como su mano se soltaba de mi camiseta y la apoyaba en la pared.

Estuvimos unos segundos en silencio. Poniendo en orden nuestros pensamientos. Era muy duro volver a recordar lo que me pasó.

—¿Cuándo? —Me dijo, su voz sonaba firme.

—Al par de meses de conocernos tú y yo. Fui a su casa a explicarle que había conocido a alguien…

—No tienes que contármelo todo.— Me susurró al oído. Pero yo quise continuar. Le coloqué los dedos en sus labios para que callara. Se acabaron los secretos entre nosotros dos. Quería empezar de cero.

—No estábamos saliendo. Solo nos besábamos de vez en cuando. El me confesó que amaba a otra persona que no le iba a corresponder nunca. Nos utilizamos. Pero me estaba enamorando de tí. Se lo dije y al enterarse que eras tú se alteró. Todo hubiera quedado en simples palabras si...si yo no le hubiese dicho aquello.— Agarré la camiseta de Rayner con las dos manos y miré al suelo.—Me dijo que no eras como nosotros pero yo sabía que teníamos algo especial y le insinué que a lo mejor tu no te habías dado cuenta de su amor por ti porque quien te gustaba era yo. Y...desquitó su frustración conmigo.

—Le rompiste la nariz.

—¿Como sabes…?—Me pilló de improvisto. Aunque no era fácil ocultar eso a nadie. Era lógico que lo supiera.

—El me dijo que os habíais pegado. Estuvimos una semana sin vernos. Veías a tus amigos pero no quedabas conmigo y esa fue una de las cosas que me hicieron darme cuenta que te quería. Estuve muy preocupado. Creí que por culpa de Joel ya no ibas a querer verme. Pero lo de tu cumpleaños…

—Le rompí la nariz porque pensar en ti me dio fuerzas para soportarlo. Gracias a eso pude escapar y no terminó lo que había empezado.

—Cállate. No quiero saber mas, por favor...—Tras ese comentario noté como sus lágrimas caían en mis manos. Nunca había visto llorar a Rayner. Nunca. Fue la primera vez que le vi así tan vulnerable. Tan roto por dentro.

—No voy a permitir que nadie te vuelva a hacer daño. ¿Me oyes?—Me susurró mientras me rodeaba con los brazos y me apretaba contra su cuerpo.—Si alguien se atreve a hacerte daño te juro que voy a arrancarles las entrañas.


Sus palabras me inquietaban, sabía de lo que era capaz pero a la vez me reconfortaron. Creía que teníamos complicidad pero después de aquello era mucho más que eso. Habíamos abierto nuestro corazón, sin secretos ni mentiras.




lunes, 29 de junio de 2015

Capítulo 21


Dudas


Gara


Cuando encontramos a Rayner, estaba en el suelo en un pequeño charco de sangre. Pensé que estaba muerto. Pude ver como Julen se aferraba a él y le decía cosas que no logré escuchar. Estévez fue el que más temple tuvo de los tres. No se quedó quieto ni un momento y enseguida se acercó hasta Julen para exigirle que se moviera. Le levantaron y fuimos hasta el coche. Era de noche y esperábamos no tener que encontrarnos a nadie y tener que dar explicaciones. Por suerte las calles estaban prácticamente vacías y Estévez tenía el coche cerca. No tuvimos que llegar a la plaza de Sol. Habría sido muy arriesgado.


Me puse en el asiento del copiloto, Julen se puso atrás con Rayner. Con una de las manos le acariciaba el pelo y con la otra le presionaba la herida. Estévez le había estado inspeccionando antes de salir, sacó una especie de botiquín de su maletero y había vendado a Rayner para que no se desangrase antes de llegar. Julen estaba cubierto de sangre, al igual que Estévez. La imagen era desoladora. Yo apenas me había querido acercar, ni siquiera me salía la voz después del grito que dí al encontrarle allí tirado. Estévez entró en el coche y arrancó. Iba conduciendo como un loco, en una carretera muy estrecha y yo no podía parar de pensar la sangre fría que había tenido. Parecía estar acostumbrado a todo aquello, pero nosotros... Daba gracias todo el rato por tener a Estévez con nosotros. Sin duda habían acertado y era un buen agente o como se le dijera.


—Julen, deja de llorar y tranquilízate. La bala le ha salido por el otro lado.—Dijo Estévez, estaba seguro de sí mismo y le había cambiado completamente el semblante, no parecía el mismo que había llegado con una sonrisa a casa de Rayner.


—¿Qué..?—susurró Julen. Aun sollozaba.


—Eh, oye.—Le llamó mientras le miraba por el espejo del centro.— Significa que se va a poner bien, ¿de acuerdo? Creo que no le ha afectado a ningún órgano.


Las líneas de la carretera cada vez pasaban más rápido. Julen había dejado de sollozar y nos encontrábamos en silencio. Solo se oía el motor del coche. Estévez entró en el parking de la orden casi derrapando y tocando el claxon una y otra vez en señal de alarma. Salieron dos o tres personas seguidas de Monroe y Rodríguez. El primero abrió la puerta del coche y se encontró aquel panorama que no sabría como describir.


—¿Qué coño ha ocurrido?—Soltó mientras intentaba agarrar a Rayner para que Julen pudiera salir.


—No hay momento para explicaciones—Dijo Estévez mientras salía del coche.—llama a Irene,¡vamos!—Le ordenó. Monroe calló y acató dichas órdenes. Nunca habría esperado algo así pero tampoco había tiempo para pensar en formalismos.


Vi como se lo llevaban en volandas, Julen y yo les seguíamos de cerca pero no nos dejaron pasar de una de las salas donde se habían dirigido. En el instante que Julen se enteró que tenía que esperar fuera fue cuando se derrumbó del todo. Pegó un grito desgarrador y cayó de rodillas al suelo. Apoyó también los codos y se agarró la cabeza con las dos manos. No sabía qué hacer así que me arrodillé a su lado y le abracé. Nos quedamos así un buen rato.


Julen


No recuerdo cuanto tiempo pasé en el suelo ni cuando sentado en la silla. Mi corazón no podía dejar de latir apresuradamente. Sentía un nudo en la garganta. Nadie salía a decirnos nada y cada vez perdía más los nervios. Hasta que por fin al poco rato después apareció Estévez. Me levanté de golpe y me dirigí hacia él.


—¡Dime que está bien, por favor!—Dije mientras le agarraba para zarandearlo. El me hizo una llave y me inmovilizó.


—¡Cálmate!—Me gritó.—Así no puedo hablar contigo.


Me soltó y me llevó a una sala donde había máquinas de refrescos. Me ofreció una infusión que rechacé y me hizo sentarme en una de las butacas que había allí. Gara nos seguía, imitando nuestros movimientos.


—¿Está bien o no? ¡Di algo de una vez!—Soltó Gara. había perdido la compostura y en sus ojos se podía ver una mezcla de preocupación y miedo.


—Está bien. Como ya os había dicho en el coche, la bala no le ha rozado ningún órgano y ha salido limpiamente. Pero...—Calló por unos segundos que se nos hicieron eternos y le hicimos señas para que continuase—ha perdido mucha sangre. No se cuanto tiempo estuvo allí tirado pero hemos tenido mucha suerte.


—Yo tengo su grupo sanguíneo.— Soltó Gara.


—Yo también. Es más ya le han puesto mi sangre. Así que de momento está estable y en observación. Está inconsciente.—Dijo Estévez mientras nos miraba de soslayo.


—¿Puedo pasar a verle?—Le dije. Quería comprobar que estaba bien, no me servían las palabras. Quería cogerle la mano y esperar a que abriese los ojos y que me viera allí, junto a él. Estévez asintió y nos dirigimos al cuarto donde se encontraba.


Al par de horas echaron a Gara de allí pero yo me puse cabezota y conseguí quedarme con él. Aferrando su mano. No pensaba moverme de allí hasta que no abriera los ojos.

Rayner


Me pesaba todo el cuerpo, era como si me hubiesen puesto pesos de veinte kilos en cada extremidad. Abrí lentamente los ojos y pude ver el pelo de Julen. Tenía la cabeza apoyada en mi cama. Intenté llamarle y soltar la mano que me tenía agarrada pero no podía. El enseguida se percató que había despertado y quiso tocarme la cara. Conseguí mover la cabeza hacia un lado y le desvié la mirada.


—¿Rayner?—Me dijo, estaba muy confuso. Acababa de despreciarle una caricia.


El lo intentó de nuevo y conseguí que me saliera la voz. Tenía que preguntar pero tenía miedo de las respuestas.


—Tu...tu les dijiste, tú le dijiste que...—me costaba muchísimo hablar pero tenía que hacerlo.


—Eh, no te esfuerces. Ya tendremos tiempo de hablar—Se acercó a besar mis labios pero retiré la cara. Julen me miró, sabía que eso le había sentado aun peor que el rechazo de su caricia.


—¿Les dijiste que… se metieran con Joel?—Le agarré del brazo como pudé, prácticamente obligándole a confesar. Le miré y vi como era ahora Julen el que me apartaba la mirada. No hizo falta una respuesta con palabras. Ese gesto me lo había dicho todo.


—Tiene una explicación, te lo aseguro—Pude ver como las lágrimas recorrían sus mejillas.


—Estabas...estabas con Joel. No querías... que me enterara ¿No fue por eso?—Bajó la cabeza, dándome a entender que todo lo que me había dicho Iraida era cierto. Estaba indignado. No solo me habían mentido y ocultado cosas mis padres, sino también Joel y Julen... Me sentía como una marioneta en manos de todos. Ellos movían los hilos a su antojo y yo no me había dado ni cuenta. Encima me habían atravesado el pecho de un disparo y no podía moverme apenas. Ni siquiera podía decir una frase sin que me costase respirar aunque ya estaba recuperando un poco de movilidad. Apenas me dolía, no sabía que me habían inyectado...pero la traición de Julen me quemaba por dentro.—Vete.


No quería verlo. No podía mirarle a la cara sin sentir una profunda rabia que me daban ganas de abofetearlo con todas mis fuerzas.


— Rayner, no es lo que parece… Cuando te recuperes lo hablaremos todo y…


—He dicho...que te vayas. ¿Acaso... estás sordo?—le solté sin pensar mis palabras. Me había hecho tanto daño que no era capaz de contener mi ira por mas tiempo.


—Rayner por favor,¡te lo explicaré todo!—Le eché una mirada de desprecio. Quiso tocarme pero reuní suficiente fuerza para apartarle de un manotazo.


—¡VETE!— Acabé gritando y del esfuerzo se me empezó a nublar la vista. Entraron Gara y Estévez corriendo y le sacaron de allí. Acto seguido entró la doctora y me desmayé.


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—¿Qué ha ocurrido?— Preguntó Estévez. Estaba desconcertado.


Julen era incapaz de hablar, se había quedado en shock. Estévez le agarró y le llevó a uno de los cuartos donde se solían quedar cuando les llevaban allí. le echó en la cama y le dejó allí para que descansara. Regresó junto a Gara y la abrazó. Ella estaba muy asustada.


—¿Pero qué narices ha pasado ahí dentro?—Preguntó Monroe mientras se acercaba a Gara y a Estévez.—Ese gilipollas tiene fuerza para tratar mal a la gente incluso cuando ha recibido un balazo.


—Monroe...—Estévez le hizo un gesto para que dejase de hablar.—No creo que Rayner haya perdido los nervios así como así ante Julen. Ellos…


—¡No me jodas! ¿En serio?— Monroe había entendido perfectamente lo que unía a aquellos chicos. No lo había visto venir. —Pues pobre chaval de pelo blanco. Porque menuda mala leche se gasta el otro desgraciado.


—¡Monroe! Tenemos que hablar— Intervino Rodríguez a su espalda, a Estévez no le dio tiempo a hablar para salir en defensa de Rayner. Enseguida los dos hombres desaparecieron por el final del pasillo.


Llegaron hasta el despacho del director. Entraron sigilosamente y se acercaron al escritorio donde estaba el hombre esperándolos.


—¿Han hablado con Estévez?


—Si, ya saben quien ha sido y va a por el bolígrafo. Tal y como lo habíamos sospechado. Es muy arriesgado que cuando se recupere vuelva a su casa. Deberíamos llevarles a la casa de la sierra.—Aconsejó Rodríguez.


El director asintió en señal de conformidad.


—Hay que trazar un plan para atrapar al culpable.— Dijo Monroe mientras daba un golpe en la mesa.

—Tienes razón. La línea del señor O’connell ha cambiado. Y no podemos dejar que suceda lo que está escrito ahí. No dejaremos que se nadie se haga con el bolígrafo.—Sentenció el director.  


Capítulo 20


Roto


Rayner

Caí al suelo de rodillas, me llevé la mano al pecho y vi como Iraida salía corriendo. Me quedé arrodillado unos minutos más hasta que miré la mano que me había llevado al pecho momentos antes y estaba completamente manchada de sangre. Mi vista comenzó a nublarse y me dejé caer al suelo. Mi mente seguía dándole vueltas a las palabras que brotaron por los labios de Iraida.


Julen y Joel estaban juntos.


Confusión.


Él se encargó de mandar a sus amigos para hacerle la vida imposible a mi hermano.


Decepción.


¿Por qué?


Aún no había perdido el conocimiento cuando llegaron. Pude oír a Gara gritando. Y notaba como los brazos de Julen me rodeaban.


—Aguanta, Rayner, aguanta maldita sea—Me decía mientras me presionaba la herida del pecho.—No te mueras, por favor. No quiero volver a perderte.


Notaba como sus lágrimas caían en mi frente. Su voz a punto de quebrarse…


—¡Ahora que somos novios no puedes hacerme esto!


Novios.


—¡Julen ayúdame, joder! Tenemos que llevarlo al coche. ¡Rápido!—Escuché a Estévez y noté como me intentaban coger.

—Te quiero...—Me susurró Julen al oído. Y perdí el conocimiento.



domingo, 28 de junio de 2015

Capítulo 19


Sentimiento de culpa


Gara


Salí al pasillo poco después de que se fuese Julen y me lo encontré junto a Rayner. Estaban abrazados y besándose tímidamente. No quise molestarlos así que aguardé hasta que se separaron y me acerqué con cautela. Tenían mala cara, ambos tenían un poco de ojeras y se les notaba cansados.


—Me ha dicho Estévez que si queréis iros ya a casa o pasar aquí la noche todos.


No me contestaron. Rayner le pasó el brazo por los hombros a Julen y éste se le agarró con fuerza. Insistí un poco y acabaron por contestar, pero no dejaron de abrazarse ni un solo instante. Me parecieron la cosa mas tierna sobre el planeta. Nunca había visto a Rayner tan empalagoso. No paraba de tocarle el pelo a Julen a la vez que le agarraba con firmeza. Al principio sí que estaba celosa de la situación. Antes de que apareciese Julen de nuevo en su vida, Rayner me estaba empezando a gustar mucho más de lo que pensaba. Había evitado que se besaran varias veces, pero eso ya estaba empezando a darme igual. Solo con verles abrazados uno se podía dar cuenta de lo mucho que se querían. Yo no iba a volver a meterme.


Estévez nos acercó a casa de Rayner pero regresó otra vez a la orden. Tenía asuntos que atender. No quiso decirnos nada mas. Cuando entramos en la casa, Julen fue al baño y yo seguí a Rayner hasta su habitación. Tenía que hablar con él.


—Ahora no, Gara. Necesito dormir...—Me dijo mientras se desvestía para ponerse cómodo.


—Rayner, tengo la sensación que estás ocultando algo. Lo que dijiste en la escuela…—Tenía que sonsacarle todo como fuera. No quería que se pusiera en peligro y menos ahora que tenía ese dichoso bolígrafo. Julen entró en el cuarto y se sentó en la cama. Rayner se acercó a él y le acarició la cara.


—Cuando me despierte te lo contaré todo.


—De acuerdo...—Le dije y antes de salir de la habitación me llamó. Aun no había acabado de hablar.


—No entiendo que nos dejaran irnos así sin más después de lo que dije. ¿Te han comentado algo?


Le aparté la mirada. El director no había escuchado muy bien lo que había dicho antes de salir escopeteado del despacho pero Monroe y Rodríguez si.


—Me han dicho que te vigile.


—¿Nada más?


Asentí y salí del cuarto. Me dirigí al salón y me acomode en el sofá donde había estado durmiendo desde que Estévez se quedaba con nosotros. Monroe me había ordenado que investigara y que le sacara todo tipo de información a Rayner. Pero sinceramente no creía que hiciese falta eso. Él confiaba en mí y me había prometido contarme todo lo que sabía. Por muchas cosas que me dijera Monroe, si Rayner me pedía que no se lo contase a nadie, yo callaría.


Rayner


No sabía cuántas horas había estado durmiendo, pero me había levantado bastante descansado. No me podía quitar de la cabeza todo lo que había vivido en unas semanas. Cada vez sentía más miedo. No solo por la misión, que cada vez era más peligrosa, sino porque todos los días lo primero que veía al despertarme era a Julen. Tenía miedo que eso se acabase. Que se fuera de mi lado otra vez. Le había dicho que quería estar con él y no me había contestado… Necesitaba algo de seguridad en mi vida después de tanto caos.


Julen me acarició la espalda y me recorrió un escalofrío.


—No me has contestado a lo de salir conmigo de nuevo—Le solté. Necesitaba ir aclarando mis dudas y pensé que era un momento apropiado para solucionar la situación con Julen. Él me agarró la barbilla e hizo que le mirase.


—Espero que esto te saque de dudas.


Y me besó. Me encantaba. Sus labios junto a los míos. Me mordía el labio mientras me acariciaba el pelo. Me recorrió la mejilla hasta llegar a mi oreja y noté como su lengua jugaba con mis pendientes. Dios mío. Había olvidado lo intenso que podía llegar a ser Julen y como me hacía perder la cabeza. Se me olvidó por completo el pacto que hicimos de respetarnos y me eché sobre él. buscando el calor de su cuerpo. De repente, me paró.


—Oh, lo siento....—Dijo mientras me apartaba la mirada.


—¿Qué es lo que te pasa? Me dices que te respete, que no estas seguro de nada y luego me confundes.—Me levanté de golpe. Estaba algo irritado y él se dio cuenta.


No dijo nada. ni siquiera era capaz de mirarme a los ojos. Me decía que no estaba seguro de nada pero sus actos me demostraban lo contrario. No paraba de buscasme y provocarme. Y yo no sabía cuánto más iba a aguantar solo con besos. Era todo tan confuso…


Gara apareció por el cuarto, nos echó una larga mirada y le sugirió a Julen de ir a por algo de cena. La verdad es que no paraba de rugirme el estómago y pensé que sería buena idea que fuesen a por algo de comer. Cuando se marcharon me tumbé cuan largo era en la cama y cerré los ojos. No habrían pasado más de cinco o seis minutos cuando escuché el móvil vibrar en la mesita de noche. Me incorporé y miré el teléfono. El mensaje que acababa de llegarme me hizo entrar en pánico.


» Tengo a tus amigos. Baja. Te estoy esperando «


No pensé en nada mas que salir corriendo. Tiré el móvil y salí todo lo rápido que pude de casa. Miré por toda la plaza de Sol pero no había nadie, hasta que vi a alguien con una capucha y le seguí. Me llevó por una de las muchas calles oscuras y estrechas que se encuentran por allí. Cuando giré por una de ellas le perdí la pista y cuando me quise dar cuenta ya tenía a alguien a mi espalda.


—No te muevas, Rayner.


Se me congeló la sangre en las venas. Era ella.


—Te dije que volveríamos a vernos… ¿Ya te ha contado Julen su pequeño secreto?


—Deja de apuntarme con un arma por la espalda, Iraida. ¿Dónde están Julen y Gara?—Dije, sintiendo como se me hacía un nudo en el pecho.


Soltó una carcajada y me puso la pistola en el cuello.


—Sólo quería volver a verte, Julen y Gara no están conmigo. Has caído en la trampa… Por cierto ¿cuidas bien del bolígrafo?


—¿Cómo sabes eso?


Iraida bajó la guardia y pude alejarme de ella. Nos quedamos mirando fijamente el uno al otro.


—Yo se muchas cosas, aunque no estaba segura que lo tuvieses tu. Me lo acabas de confirmar.—Soltó ella, y después comenzó a reírse. Parecía una persona totalmente desequilibrada.Por cierto...Julen y Joel estaban juntos.


—Eso no es cierto...—El comentario me cayó como un jarro de agua fría. ¿Julen y Joel juntos? Eso tenía que ser imposible.


—¿Qué tal si se lo preguntas a tu querido Julen? —Acto seguido me encontraba abalanzándome sobre ella. Fue algo imprudente e impulsivo pero no pude controlarme. Solo quería agarrarla y gritarle que eso no era cierto. Que me dejase en paz de una vez…Él se encargó de mandar a sus amigos para hacerle la vida imposible a mi hermano—Me dijo en el oído y de repente sentí un fuerte dolor en el pecho. Como si algo lo hubiese atravesado.

Julen


Gara y yo llegamos con la cena, mientras ella preparaba la mesa yo me encargaba de avisar a Rayner. Le busqué por toda la casa pero parecía como si se le hubiese tragado la tierra, solo me quedaba su cuarto. Cuando llegué me encontré su teléfono en el suelo, Al recogerlo escuché como llamaban a la puerta así que me guardé el teléfono y me dirigí al salón. Resultó ser Estévez.


—¿No está Rayner contigo? —Le pregunté, pero enseguida me miró alzando una ceja, con cara de confusión.


—Pero si yo vengo de la orden. Estaba con vosotros.


Miré el móvil de Rayner que había encontrado tirado en el suelo y pude leer el mensaje que le había llegado unos minutos después de irnos a por la cena. No me lo podía creer. Les hice un gesto y salimos corriendo de allí en su busca.

«Por favor, que se encuentre bien...»