miércoles, 26 de agosto de 2015

BSO La linea del tiempo


Lista de canciones


Prólogo: Somewhere I Belong  -  Linkin Park

https://www.youtube.com/watch?v=yPuEcy4Pr3A



Epílogo: Faster  -  Within Temptation

https://www.youtube.com/watch?v=9lNNYrlCeDI



Julen & Rayner: Wicked Game  -  HIM Cover  /  To the Moon & Back  -  Savage Garden

https://www.youtube.com/watch?v=y-ZRPjfRUzc
https://www.youtube.com/watch?v=YLhGG3wHbqE


Joel: Guilty  -  The Rasmus  /  One Step Closer  -  Linkin Park 

https://www.youtube.com/watch?v=dN2a4jHSTDM
https://www.youtube.com/watch?v=S_3N0oYcZYE

miércoles, 5 de agosto de 2015

Epílogo


Todo lo que hemos vivido


Rayner


Junio. 2016


Ha pasado un año desde que viajé en el tiempo. Un año y siento como si fuera ayer.

Apenas recuerdo lo que pasó aquella noche. Solo sé que regresamos y nos esperaban dos hombres vestidos con el brazalete de la orden. Incluso se encontraba allí el director. Nada mas ver todo aquel lio que habíamos organidazo, me desplomé con Julen en brazos. 

Al mes de regresar del pasado y volver a casa, Estévez contactó conmigo para explicarme que había sido del cuerpo de Iraida. Me contó también que al saltarse algunas normas y perder uno de los suyos, le habían suspendido. Ya...yo tampoco sabía que eso funcionase como si fueran policías.

Me dijo que iba a aprovechar para viajar el último mes del verano y que se iba a llevar a Gara. Hasta donde yo se no son novios pero quien sabe, la vida da muchas vueltas y ella merece ser feliz. Necesita que alguien le dé el amor que yo, en todo el tiempo que nos conocemos, no he sido capaz de darle.


Estévez me escribe Mails de vez en cuando y Gara suele hacer visitas express. No quiero perder el contacto con ninguno de los dos.


Ahora que lo pienso… El muy cabrón no se como se las apañó para que nadie encontrase pruebas de lo que en realidad ocurrió en esa cabaña. Tampoco ha salido a la luz que Monroe era el padre de Iraida y Joel. A pesar de todo, Monroe está enterrado en el cementerio detrás del edificio, como uno mas de ellos. Para mucha gente era un hombre respetable. Con un curriculum intachable. Simplemente había querido proteger a sus hijos y a la gente le gusta mucho juzgar. Era mejor que no supieran la verdad.


Y qué contar de mí...


Estoy intentando hacer mi vida cómo puedo. Perdí las prácticas pero la orden tiró de contactos y me acabó financiado otras. Llevo trabajando casi seis meses y aun tengo dinero ahorrado. No me va nada mal. También me ofrecieron un puesto en la orden pero les dije que necesitaba tiempo para recuperarme. En tan poco tiempo mi vida ha dado muchísimas vueltas. Pero lo que jamás pensé es que volvería a verle... Después de tantos años y que se suicidara en mis brazos, nunca me imaginé que volvería a verle, a hablar con él. Aunque no se pero… tengo recuerdos confusos. Ya no se que es real ni que es tan solo algo que nunca tuvo que existir. Aun me acuerdo de él. No he tirado la foto que tenemos juntos y voy a llevarle flores siempre que puedo. Porque gracias a él conocí la amistad, y lo que una persona es capaz de hacer por amor. Gracias a Joel, Julen está a mi lado. No puedo pedir nada más. He de reconocer que casi no sobrevive pero es muy fuerte. Sus ganas de vivir pudieron con todo y ahí está, viviendo conmigo, con su trabajo de ingeniero. Está haciendo las maletas mientras yo escribo esto en un diario. Oh sí, con veinticinco años y aun escribiendo en un diario. En fin. Le he regalado un viaje a Japón. Vamos a ir porque desde adolescentes siempre me decía que quería conocer aquello, y después de lo mal que lo hemos pasado…


Solo tengo claras dos cosas. Primera: Jugar con el tiempo puede llamar mucho la atención, pero hay cosas que no se pueden cambiar. La muerte de Joel es una de esas cosas. Si intentas cambiar algo siempre te traerá consecuencias. Y segunda: Tengo otra oportunidad para estar con Julen, y no pienso desaprovecharla.

Capítulo 34


Conectados


Rayner


Iraida se encontraba con los ojos cerrados. Ni siquiera los había abierto cuando efectuó el segundo disparo. Estévez había cubierto a Gara y justo a mi lado se encontraban Julen y Joel. Me encontraba inmóvil, observando cómo ambos se agarraban. No me dio tiempo ni a pensar cuando Joel se nos echó encima. Lo que me atormentaba era que no estaba seguro si había llegado a tiempo antes del primer disparo. No quería volver a presenciar de nuevo la muerte de Joel pero no estaba dispuesto a perder a Julen. Todo salió peor de lo que imaginaba. Vi como las piernas de Joel le fallaban y él comenzaba a escurrirse entre los brazos de Julen.  


De rodillas, Joel se quedó mirándole fijamente, suplicante. Luego dirigió su mirada hacia mí. Y con solo esa mirada, lo entendí todo. No habíamos perdido esa complicidad a pesar del tiempo y de lo sucedido. Joel se agarró con fuerza a la camiseta de Julen y pude ver que ésta estaba ensangrentada. Se me hizo un nudo en el estómago. Vi como él también caía de rodillas.  


Estaba bloqueado. No podía pensar con claridad y poner en orden mis ideas para saber lo que había pasado realmente. ¿Julen estaba herido también? o toda esa sangre era de Joel…


Estaba confuso. Las piernas no me respondían. Podía oír cada latido de mi corazón.


Gara


Me separé un poco de Donovan cuando oímos el segundo disparo. Nos quedamos mirando el resultado de lo ocurrido, esperando que todos estuvieran bien. Lo que nos encontramos no fue para nada alentador… Iraida por fin abrió los ojos y pudo verlo todo. Se quedó tan asombrada como nosotros. Una de las balas había alcanzado a Joel por la espalda y se encontraba en el suelo de rodillas. Le vimos desplomarse y pudimos ver como Julen tenía otra herida pero estaba resistiendo mucho mejor que Joel. Ambos estaban cubiertos de sangre.


Rayner por fin reaccionó y fue a abrazar a Julen, no estaba segura si se había fijado en lo mismo que yo o si el shock no le había dejado ver la herida de bala que tenía Julen en el abdomen.


Julen


—¿Por qué lo has hecho?—Le pregunté a Joel. Me llevé la mano a la herida donde acababa de recibir el disparo. Joel había llegado tarde. La primera bala me había alcanzado pero no tenía tan claro si Rayner lo había visto. Tampoco quise decírselo.


—Te...lo debía.—Me dijo él mientras me sonreía.


—No me debes nada…


Los dos a duras penas podíamos mantener una conversación, pero nos esforzabamos. Había tantas cosas que decir...pero tenía la impresión que jamás serían mencionadas.


—¡¿Por qué?!—Dijo Rayner mientras agarraba a Joel y le ponía la cabeza en sus piernas.—Por qué...


Joel no paraba de mirarle. Intentaba rozar su cara, entrelazar sus dedos con los de Rayner. Aquella imagen no se me olvidaría nunca. Joel consiguió hablar.


—Los únicos momentos felices...los he pasado a tu lado.—Le dijo, frente a la atenta mirada de Iraida. Que no le quitaba los ojos de encima. Aún estaba asimilando que había disparado a su hermano. —Te..


—No lo digas. Lo sé. Pero...—Podía ver en el rostro de Rayner como luchaba contra sus sentimientos. No sabía lo que sentir por Joel en ese instante y yo...yo tampoco tenía claro si le odiaba o por el contrario le estaba agradecido.


—Julen...Julen lo siento...siento haberte… era muy importante para ti y ahora…


—Me has salvado la vida.—No pude decir nada más. Con eso quedaba bastante claro.


Joel me hizo un gesto para que me acercara y noté como sus dedos se entrelazaban con mi pelo.


—Tu pelo...—El acto reflejo de apartarme de él seguía ahí pero estaba luchando contra ello. Agarró a Rayner y le hizo acercarse a él tanto que casi sus labios se rozaban.—No se...no se cuanto tiempo ha pasado pero...sigues igual de guapo…


—¡¿Por qué lo hiciste?!—Gritó Rayner. No pudo más y rompió a llorar.


—Tú… tú le quieres… él tenía que vivir.


Rayner estaba destrozado. Por segunda vez estaba viendo morir a uno de sus mejores amigos. Por segunda vez. No quería verlo así, no podía verlo así. Pero no podía hacer nada y eso me atormentaba todavía más. Y estaba lo de… Maldita sea no quería morir. No quería dejarle solo. Tampoco quería que Joel muriese por salvarme y todo para nada. ¿Pero por qué de repente sentía compasión por aquel que hizo de mí vida un infierno? ¿De aquel que me hizo tener pesadillas todos los días durante más de tres años?


Apenas podía seguir hablando, pero él no paraba de esforzarse. Aún tenía una última cosa que decir y me la dirigió a mi.


—Cuida de Rayner...—Aquello se me clavó en el alma. ¿Cómo iba a cuidar de Rayner si ni siquiera tenía claro si yo iba a sobrevivir?


Antes de caer de espaldas al suelo oí a Iraida pegar un grito desgarrador, la vi dejar el arma en el suelo y correr hacia nosotros. Empujó a Rayner y se aferró a Joel con todas sus fuerzas, no paraba de sollozar y de suplicarle que no la dejara sola. Que sin él no tendría motivos para vivir.


—No hay nada que puedas hacer...—Le dijo Estévez mientras se acercaba a nosotros.


—¡No puede ser verdad, como he podido ser tan idiota!—Gritaba ella, desesperadamente. Pero Joel no se movía. No paraba de zarandearle.


—Estaba escrito. Por mucho que hicieras, esto tenía que pasar—Le repetía una y otra vez.


Noté como Rayner se agarraba a mi. Como una de sus manos presionaba mi herida. Ya lo sabía. Me recorrió un escalofrío y entré en pánico. ¿Era tarde para mí también?


—Julen...Julen por favor, por favor aguanta...—Susurraba Rayner en mi oído.


Iraida lanzó otro grito desgarrador, se levantó para coger el arma y se la puso en la sien. Antes de que Estévez pudiera detenerla, apretó el gatillo.


*  *  *


Justo después de que Iraida se suicidara, Julen se desmayó. Rayner le cogió en brazos como pudo y Estévez rebuscó en los bolsillos de la chica para coger el boli. Se lo entregó a Gara y cogió a Iraida en brazos.

Tuvieron que salir de la cabaña para que la onda de quinientos metros no se llevara también a Joel al presente. Se alejaron todo lo posible del lugar y regresaron a 2015.

lunes, 3 de agosto de 2015

Capítulo 33


La cabaña


Después del destello de luz no se vio nada más. Nada más que les indicase que estaban vivos. No hasta que abrieron los ojos. Se encontraban tirados en el suelo unos lejos de otros... Se levantaron como pudieron y dudaron estar en la misma habitación ya que las sábanas de la cama tenían un aspecto diferente. Las cortinas eran de otro color y al asomarse ligeramente al ventanal se podían ver muchos más árboles. Se miraron los unos a los otros sin saber qué hacer. Iraida tomó la iniciativa e intentó escapar pero Estévez la agarró en un abrir y cerrar de ojos. La inmovilizó poniendo sus manos a la espalda.


—¿Qué demonios ha pasado? —Preguntó Gara. ¿Era posible que…?


—Acabamos de viajar en el tiempo—Dijo Estévez con un tono seco y susurrante. Para él no era nada nuevo.


Todos volvieron a mirarse, no estaban seguros de lo que acababan de oír, se mostraron susceptibles. Rayner se dirigió a la puerta pero Estévez le dio un grito para que no saliera de aquellas cuatro paredes. Éste se giró para mirarle, intimidado.


—¿Qué ocurre?


—No se te ocurra salir de aquí. Tengo que echar un vistazo antes, yo solo. Hemos viajado en mal momento. Esto no se puede hacer así. —Dijo Estévez mientras sentaba a Iraida en la cama. Le había atado las manos para que no pudiera moverse con un cordón del zapato que se había quitado.


—Pero qué es lo que pasa, dinos algo más—Le apremió Gara. Julen seguía en shock y no era capaz de articular una sola palabra.


—No podemos salir de aquí porque seguimos en la orden pero en otro año y no sé lo que nos vamos a encontrar al otro lado de esa puerta. No podemos viajar en el tiempo sin permiso y tampoco sin un plan. Podemos alterar el pasado y eso trae muchas consecuencias.


—¡Eh! ¿Te vas? —Dijo Gara. Estaba empezando a alterarse.


—Tengo que ir yo solo, ya os lo he dicho. No se os ocurra moveros de aquí y, por favor, vigilar a Iraida. —No dijo nada más, tampoco dio tiempo porque en ese mismo instante salía por la puerta.


En la habitación el ambiente era muy tenso y todos estaban muy nerviosos. Rayner no paraba de moverse de un lado a otro. Siempre lo hacía cuando estaba nervioso. Le ayudaba a centrar sus ideas. Julen estaba recuperándose al fin del shock y se dio cuenta de lo que significaba haber viajado en el tiempo aunque no terminaba de convencerse.


—No puedo creer que estemos en otro año. Es que parece imposible.


—Y todo por su culpa—Dijo Gara señalando a Iraida. Ésta le puso una mueca malhumorada.


Julen se agachó para recoger del suelo el papel escrito momentos antes de lo acontecido y leyó con gesto desencajado.


—No puede ser verdad…¡No puede ser verdad! —Julen perdió la compostura y se dirigió a Iraida entre gritos e insultos.—¿De qué coño vas?  No pienso permitir que se reencuentren, ¿te queda claro? No voy a dejar que vuelva a pasar por algo así.


Gara agarró de improviso al muchacho e intentó tranquilizarlo.


—¿De que estas hablando Julen? —Dijo Rayner mientras se acercaba a ellos y le quitaba el papel de entre los dedos. —¿Qué…?


Rayner dejó que el papel se deslizara entre sus manos y cayó al suelo. Se quedó pálido y con la mirada perdida. Julen sabía lo que significaba eso. Estaba intentando asimilarlo todo.


—¡Pero qué narices ocurre! —Gritó Gara y zarandeó con todas sus fuerzas a Julen. Necesitaba respuestas.


—Esa fecha es…—Empezó Julen pero Rayner le interrumpió. Seguía con la mirada perdida. Hablaba como un autómata.


—En la que Joel se suicidó.


Reinó el silencio en la habitación. Todos se habían quedado petrificados y no era para menos. La noticia había caído como una jarra de agua fría para todos menos para Iraida que seguía igual de fría y perturbada que siempre.


Estévez apareció de repente, sacando a los tres amigos de sus pensamientos.


—Tenemos que irnos ahora mismo de aquí. ¡Vamos!—Dijo él, sonaba muy alterado. Agarró a Iraida y los demás le siguieron. Iban por los pasillos que él indicaba, estratégicamente, para no ser detectados.


En cuanto salieron del edificio corrieron hacia el bosque y se escondieron detrás de unos arbustos bien tupidos. Estévez les hizo una señal para que no se movieran de allí y salió corriendo hacia un coche, lo abrió y les volvió a hacer otro gesto para que fueran corriendo hasta donde se encontraba él.


—¿Lo has robado?—Dijo Rayner, estaba bastante asustado.


—Si te respondo a esa pregunta, no va a cambiar nada así que mejor que no sepáis nada más.—Estévez se hizo el misterioso. Pero pensaron que quizá tenía razón y lo mejor era dejar de preguntar.


—Tenemos que volver al año en el que nos encontrábamos, pero lejos de la orden. Ya nos hemos puesto en peligro demasiado.


—¡No! ¡Tienes que ir a la casa! ¡Ve a la casa maldita sea!—Dijo Iraida mientras le daba golpes en el asiento a Estévez. Intentaba liberarse. Cada vez daba más fuerte en el asiento. Para Gara y Julen era muy difícil contenerla. Consiguió liberarse de las ataduras y nadie se había percatado que tenía guardado otro cuchillo. Cuando quisieron darse cuenta ya era demasiado tarde y el filo rozaba el cuello de Estévez. Los tres amigos se quedaron en silencio sin poder hacer nada por ayudarle. Ella seguía gritándole que parase y que fuera para la casa que había pertenecido a sus padres. A Estévez no le quedó más remedio que girar el volante y poner rumbo hacia allí.


El coche entró derrapando al terreno y las hojas y ramas crujían a su paso. Se detuvo. Iraida seguía con el puñal en alto. Desafiante.


—No...no puedo entrar ahí...—Dijo Rayner cerrando los ojos, no paraba de frotarse las manos.


—¡Lo vas a hacer te guste o no!—Le gritó ella mientras amenazaba de nuevo con hacerle daño a Estévez.


Rayner le lanzó una mirada suplicante.


—Rayner, aún no has llegado a entrar en esa cabaña. No te vas a encontrar con nadie más que no sea Joel. Y no tienes por qué hacerlo.—Dijo Estévez. No le quitaba los ojos de encima. Tenía que hacer algo...— ¡Iros ahora que estáis a tiempo!


A Rayner se le pasaron por la cabeza recuerdos, recuerdos de palabras dolorosas. Eso le hizo perder las ganas de darse la vuelta y correr en dirección contraria. Quería entrar allí dentro, quería…
—No pienso abandonarte. ¿Me oyes? Voy a entrar. —Dijo éste, decidido. Julen le agarró y quiso impedírselo, pero el chico estaba completamente cegado por el odio y le había apartado de malos modos.


Julen y Gara se miraron. Sabían lo que iba a ocurrir y él salió detrás de Rayner. Ella se quedó justo al lado de Estévez, que aún seguía amenazado por Iraida y les seguían a escasos metros.


Fue a agarrar el pomo y recordó que Joel había dejado la puerta entreabierta la primera vez que quiso abrir, pero ahora se encontraba cerrada. Le metió varias patadas y ésta cedió. Entró y se encontró a un chico rubio, con el pelo por los hombros, unos vaqueros rotos y una camisa tumbado en uno de los sofás. En una de las manos sostenía un cuchillo. Tenía ojeras y los ojos rojos. Se incorporó de golpe por el estruendo de la puerta al romperse e intentó adivinar de quién era la silueta que se encontraba frente a él.


—¿Rayner? ¿Eres…?


No le dio tiempo a hablar más. El chico le lanzó un puñetazo con todas sus ganas y se echó sobre él para que no pudiera escapar. El otro se intentaba cubrir como podía de los golpes pero aquel chico que estaba sobre él era mucho mas fuerte, mas alto y estaba poseído por la rabia.


—¡¿Cómo fuiste capaz de hacerle eso a Julen?! ¿Y como pudiste ocultarmelo? ¡Con razón te pegaban, maldito seas!—No se detenía, iba diciendo cada palabra acompañada de un nuevo golpe y aquel chico delgaducho y rubio no se defendía. No podía defenderse...— ¡Maldito seas! ¡Te odio!


Julen entró de un salto en la cabaña y se abalanzó sobre Rayner. Intentó detenerle y entre la confusión recibió un golpe. Cuando Rayner se dio cuenta paró un instante y el otro pudo arrastrarlo lejos del muchacho del sofá. Tenía la boca ensangrentada y el ojo morado.


—¡Rayner, ya está!—Le gritaba mientras el otro intentaba zafarse de él y seguir pegando con todas sus fuerzas a aquel que años atrás había sido su mejor amigo.


En ese momento entraron por la puerta Iraida y Estévez, seguidos de Gara. La primera tiró el cuchillo y fue corriendo hasta el chico que acababa de recibir los golpes de un Rayner fuera de sí.


—Oh dios mío…¡Joel!—El chico se incorporó y le dirigió una sonrisa.


—Me lo merecía...—Llevó su mirada hasta donde se encontraban Rayner y Julen. Les miró algo confuso pero enseguida les reconoció.—Has tardado mucho en contárselo, por lo que veo. ¿no, Julen?


—He estado seis años sin verle y todo por tu culpa, porque fuiste un egoísta y decidiste quitarte la vida delante mía. Aquello me quitó las fuerzas para ir a buscarle. Y cuando me reencuentro con él…¡dios, te juro que te mataba!—Le gritó Rayner. Estaba pataleando en el suelo intentando alcanzarlo.


—¡Tranquilizate, Rayner! Ha pasado mucho tiempo...—Le soltó Julen mientras le abrazaba por la espalda.

—Creo que no el suficiente.


Rayner no dejaba de mirar a Joel con el ceño fruncido. Aún no se había hecho a la idea de tenerle delante después de todo y ya se le había quitado la idea de la cabeza de encontrarse con él y echarle en cara su sufrimiento.


Iraida abrazaba a su hermano. Ambos estaban por fin juntos de nuevo pero él se mostraba frío e imperturbable. Parecía haber dejado de sentir hacía mucho tiempo. O quizá quedara algo en él, algo que le hiciera capaz de sentir compasión o cariño.


Estévez sacó su arma y apuntó con ella a Iraida. Les había entrenado la misma persona y no quedaba ninguna duda que Iraida había terminado casi completamente su entrenamiento, mientras que Estévez aún no tenía mucha destreza en algunos movimientos. Eso fue fatal, ya que ésta le distrajo y se la arrebató. Ahora era ella la que le apuntaba.


—Levanta, hermano. Nos vamos.

—Pero…


—¡He dicho que te levantes! He venido a buscarte y no me pienso ir sin ti.— Le dijo mientras le tendía la mano.


—¿Qué ocurre? Pareces tan...mayor. Tan cambiada…¡¿y acaso piensas disparar?!—Hizo una pausa y se dirigió a ambos chicos que se mantenían agarrados y se levantaban poco a poco del suelo.—Y ellos…


Joel se acercó un poco hasta donde se encontraban.

—¡Ellos arruinaron nuestras vidas, y yo arruinaré la suya! —Dijo mientras apuntaba a los dos chicos y antes de fijarse donde se encontraba su hermano, apretó el gatillo y disparó.


miércoles, 29 de julio de 2015

Capítulo 32


Nada que perder

Rayner


Entramos en su gran despacho.


El director seguía igual de imperturbable. Como si no le afectara lo más mínimo la muerte de su hijo. Estévez me había asegurado que él sí sabía que Monroe era el hijo del director pero que casi nadie más en la orden tenía constancia de eso. Ahora yo era parte de varios secretos a pesar de no ser miembro oficial.


Aquel hombre mayor ya no tenía un aspecto amigable. Ahora parecía un hombre rudo y curtido por los años. Se acercó a la enorme estantería llena de libros y nos miró. Se tomó su tiempo para buscar las palabras exactas.


—¿No les dije que se lo dejaran a la orden?—Su tono de voz irradiaba la más absoluta decepción.—¡Monroe ha muerto por vuestra culpa!


—¡Todo habría salido bien si su hijo no hubiera sido el topo!—Dijo Estévez alzando la voz. La conversación parecía que se iba a descontrolar en cualquier momento.


—Eso es imposible. Tengo entendido que mi hijo salvó su vida, Estévez. ¿Cómo se atreve a decir algo así?—Dijo el director, intentando mantener la calma.


Me atreví a desafiarle vez más.


—Porque Monroe era el padre de Joel y de Iraida. No sabemos cómo es posible pero allí dentro escuchamos perfectamente como Iraida le decía papá.


Me ignoró completamente pero esperaba mis palabras le hubieran hecho recapacitar un poco.


—Estévez, hágame un informe de todo lo ocurrido. Hable con Arnaiz y con todos los que estuvieron allí, incluso con esa chica. Dígale a Rodríguez que le ayude.—Le ordenó. Luego me miró con condescendencia y volvió a dirigirse a Estévez para añadir:—Demuestreme que merece seguir en la orden.


Y nos echó de allí de muy malos modos.


Julen


Estaba muy arrepentido. Tenía que disculparme con todos, pero sobre todo con él. ¿Cómo había sido capaz de hablarle así a Rayner? Había tardado mucho en venir a buscarme pero lo había hecho. Me había encontrado.


Me armé de valor y me dirigí a la habitación donde sabía que se encontraba él. Llamé varias veces a la puerta pero no abría nadie, sabía perfectamente que estaba ahí porque no paraba de oír ruidos al otro lado. Era lógico que no quisiera verme pero no quise darme por vencido. Me quedé allí hasta que finalmente abrió la puerta.


—Me estaba duchando y luego me tomé un tiempo para decidir si te merecías que abriera o no.


Me dejó entrar y después de estar un rato en silencio mirándome decidió tumbarse sobre la cama. Él estaba esperando a que le pidiese perdón, que dijera algo pero yo no era de palabras, era de actos. Así que me eché sobre la cama y le agarré por la espalda con fuerza. No se podía imaginar lo mucho que le había echado de menos.


—Vi el vídeo, Julen.—Susurró.


Esperaba con todas mis fuerzas que me dijera que no había recibido nada. ¿Ahora cómo iba a decirle que el que me pegaba era Monroe?


—Siento mucho que tuvieras que ver algo así.—Le dije mientras le acariciaba la espalda.


—No fui capaz de verlo entero.—Me aseguró. En cierto modo me lo supuse.—Te juro que perdí los nervios y casi no me reconocía. Pero tenía que buscarte. Destrozando cosas no iba a hacer que volvieras a mi lado.
—No pienses en ello…


El silencio inundaba de nuevo la habitación. Él se giró y nos miramos a los ojos con las manos entrelazadas.


—Monroe ha muerto.—Le miré con los ojos muy abiertos. No podía creerlo…—No hace falta que digas nada. Yo no le tenía en muy alta estima y mucho menos después de todo lo sucedido pero...no merecía morir. Salvó a Estévez, ¿Sabes?


—Da igual. Lo hizo por su hija y lo estoy intentando entender. Quizá algún día...


—Fue él, ¿Verdad? Fue él quien te pegó—Mi silencio se le confirmó todo.


Las lágrimas me inundaron los ojos. Él me acarició la cara y me besó tan dulcemente que creí que mi corazón iba a salirse de mi pecho.


Y sin apenas darme cuenta, me dejé llevar. Mi cuerpo magullado no sentía dolor, solo sus labios recorriendo mi piel.


*  *  *


Rodríguez la intimidaba. Había estado allí plantado un par de horas sin parar de hacerle preguntas. Ella no paraba de darle vueltas a la forma de salir de allí. De engañar a aquel hombre que no paraba de atosigarla. Monroe la había estado entrenando por más de cinco años, aunque sus entrenamientos habían sido más intensos que los que solían dar en la orden. Su primer encuentro había sido muy incómodo. Ella estuvo recordando cuando él fue a casa de su abuela, preguntando por ella y como se la llevó a esa cafetería tan bella que la había fascinado desde el primer momento. Esa misma cafetería donde le había confesado que era su padre biológico y donde había enviado a Rayner para jugar con él. Allí, Monroe le contó todo acerca de la orden y de las líneas temporales… para ella era un lugar especial. Fue incapaz de creer todo de buenas a primeras pero el hombre le había traído pruebas y le había dado una razón de peso para realizar aquel descabellado proyecto.


Joel.


Salvar la vida de su hermano se convirtió en su prioridad en la vida.


Iraida se las ingenio para distraer a Rodríguez y quitarle la llave de aquel sitio. Cuando el hombre se marchó, ella se puso en acción y salió de allí lo más rápido que pudo. Buscó por todas partes. Tenía que encontrar el bolígrafo. Recordaba según las palabras de su padre, que lo cuidaba Rayner y que estaba en su poder. Así que se deslizó entre las sombras, sigilosamente como un gato. Buscando al muchacho.


Escuchó a un grupo de personas hablar sobre Julen. Las noticias y rumores se propagaban muy rápido y solo se escuchaba hablar de como había perdido los nervios en la sala de curaciones. Y que habían visto al muchacho entrar en su habitación hacía relativamente poco. Sin darse cuenta, dieron indicaciones suficientes a Iraida para encontrar esa habitación. Le preguntaría a él donde se encontraba Rayner.


Julen no podía dormir, así que se levantó de la cama, se puso una camiseta y cuando abrió la puerta se encontró a Iraida allí, frente a él, armada con un cuchillo. Ël chico se sintió intimidado y la dejó pasar. Ella cerró la puerta.


—¿Julen…?—dijo Rayner mientras se incorporaba y veía la situación. Julen se encontraba de rodillas frente a la cama e Iraida justo detrás, amenazadoramente.

Ella en cierto modo esperaba que ambos estuviesen juntos en el mismo cuarto.

—Dame el bolígrafo —Le ordenó mientras acercaba la navaja al cuello de Julen.


Él aún estaba confuso. Acababa de despertar y se encontraba con aquello. Ya no quería ver a la persona que amaba en situaciones como esa y menos por su culpa. Se armó de valor, rebuscó el bolígrafo entre sus cosas y cuando estaba a punto de entregárselo, ella bajó la guardia y él le soltó un puñetazo que hizo que cayera de espaldas al suelo. La había pillado completamente desprevenida y Julen aprovechó para tirarse encima suya y arrebatarle la navaja. Julen estaba cegado por la ira y empezó a darle puñetazos a Iraida. Rayner se asustó y tiró el bolígrafo al suelo, se abalanzó sobre él y le agarró para que dejara de pegarla.


Estévez fue con Gara a la planta baja para interrogar a Iraida. Era ya bien entrada la madrugada pero necesitaban hacerlo a esas horas, ya que era cuando menos gente estaría pendiente de ellos. Necesitaban tranquilidad. Cuando llegaron pudieron observar la puerta abierta y la habitación vacía. Ambos se miraron y sus ojos reflejaban el más absoluto terror. Iraida había escapado y Rayner estaba en peligro. Corrieron lo más rápido que pudieron.


—¡Julen basta! ¡BASTA!—Le gritó el chico. Le entró el pánico y pensó que no podría retener por más tiempo a su novio tan fuera de sí. En ese momento empezaron a dar golpes en la puerta. Eran Estévez y Gara que les gritaban desde el otro lado.


Iraida reía en el suelo. Julen no podía tranquilizarse y ella aprovechó para arrastrarse e intentar coger el bolígrafo. Rayner se dio cuenta de sus intenciones y soltó a Julen para lanzarse sobre ella y que no alcanzara aquel objeto tan valioso que podía cambiarlo todo. Estévez quería entrar a toda costa y golpeaba con fuerza la puerta. Rayner e Iraida forcejeaban en el suelo pero el chico no contó con que ella había recogido del suelo la navaja y la lanzó contra él. Tuvo reflejos suficientes para esquivar el golpe directo y la navaja solo le hizo un corte en el brazo. Ella aprovechó para levantarse y buscar un cuaderno. Gara y Estévez consiguieron entrar, destrozando la puerta de una patada. Rayner agarró del pie a Iraida mientras Julen intentaba alcanzarlos. Estévez se percató de lo que ocurría cuando un gran destello cegó a todos los presentes. Y es que nadie había podido evitar que aquella chica rubia con aspecto demacrado escribiera en el papel:

19 de Septiembre, 2007. 21:00h.